¿DESEO O SUERTE?

En los resquicios del alba, cuando su imaginación el futuro predecía, un suceso inesperado delante de sus ojos ocurrió. Ángela observó tras el cristal de sus lentes una piedrecita lapislázuli en el suelo. Se agachó lentamente arrugando su falda calada, cogiendo su largo cabello oscuro con una de sus manos. Contempló la roca curiosamente resplandecer con brillos de joya. Se levantó y miró a su alrededor, intentando evitar que alguien viese lo que iba a hacer. Sacó de su maleta encauchada un pañuelo de tela, lo sacudió y extendió sobre el hallazgo, cogiéndolo con un brusco gesto. Una vez en sus manos, lapislázuli ya tenía dueña. La niña, que aún iba a la escuela, quedó entusiasmada: porque a todos los lugares donde ella iba, la piedrecita la acompañaba, creándole un deseo irrefrenable que se mantenía en su mente. La mantuvo guardada en una bolsita con un asa de hilo anudada. Pero comenzó a dudar de los supuestos poderes mágicos, pues nada cambió el día que la olvidó. Tenía tantas ganas de tener un amuleto que hasta ese momento no pensó: — El sol brilla, las estrellas brillan, las monedas brillan, las bombillas brillan…es que eso no es especial, ¿por qué creí entonces que lo era? —. Rondó por su habitación ese día, y en su mano se mantenía la roca, brillante y azul. La apretó con la mano y gritó: — ¡No me sirves para nada! —, y de esta forma arrojó la piedra a través de la ventana y, a continuación, se fue a buscar a su madre.

—  Mamá, ¿qué es lo que te da suerte?

—  No hay nada que me dé suerte

—  Pero Ana tiene mucha suerte y puede tener todo lo que desea.

—  Tu amiga no tiene suerte, Ángela.

—  Entonces, si no tiene suerte, ¿cómo puede tener lo que quiere?

— Si deseas algo debes hacer esfuerzos por tenerlo.

La jovencita salió al patio a recuperarla. Estuvo mucho tiempo buscándola pero anocheció cuando todavía no la había encontrado.

Al día siguiente, volvió a la exploración del jardín. Por fin la halló: allí estaba, tan brillante y reluciente como antes. La tomó con sus finos dedos y la llevó delante de su padre:

— ¡Oh, que roca tan bonita!

— Sí, me ha costado mucho encontrarla así que seguro que me dará mucha suerte.

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